Del mundo puedo decir que ya estaba aquí, que en el me he encontrado infinidad de acontecimientos memorables, por caminos que parecieron interminables, caminos que alguna vez habré entrelazado, trucado o que seguro me habré inventado. Donde crecí, un lugar pequeño donde para desplazarte lo haces caminando, se acostumbra a hablar de la cercanía. Personas y espacios, todo está a unos cuantos pasos y el oficio de viajar a pie se carga a todos los lugares donde habito.

 

Sobre mis experiencias, pienso que siempre están mediadas por ese movimiento del cuerpo, por poner al cuerpo en… y es que finalmente éste fue lo primero que se me entregó, lo primero que tuve y especialmente es lo que soy. Esta afirmación sobre ser lo que se posee me devuelve la atención a mí, me veo y puedo ver a los otros en semejanzas que, especialmente ocurren por el lugar y el devenir de unos cuerpos.

​

Desde temprana edad nos conocemos por jugar entre parques, equilibrándonos por los bordes de las aceras, serpenteando entre las multitudes del centro, inmerso en la diversión, inundado entre las interminables postales que dan rostro a la ciudad. Como niño imagino y creo asociaciones libres de las cosas que veo, por como las veo o por lo que estas me suscitan. Pienso en tanto que hago, con los pies, con la cadera, con las manos, siempre sobre la marcha. Mis traducciones poseen una esencia propia, piden unos procesos a los que deseo atender y en esos momentos me dejó llevar por la otredad, ya no soy quien mueve la obra, solo soy el que la atiende.

​

Me encuentro entre lo que deja un rastro o el plano que lo soporta, entre líneas, la gráfica, el lápiz y el papel. Entre paradojas de los medios que quiero equiparar a una realidad inmediata, comparando o llevando de un lado a otro la imagen y la sensación de un cuerpo. Secciono y selecciono con aparatos audiovisuales los hechos que pasan frente a mis ojos, toda una cultura latina del bricolaje, de cosas inauditas, particulares de acá. Es el lugar quien me proporciona las ideas, el cuerpo de obra responde a un deseo de objetivar vivencias y al final, entre instalaciones de carácter arquitectónico pero que rescatan mucho de lo escultórico, se gesta una idea más clara sobre ese cuerpo inquieto por el espacio.